¡Puesto que es cierto, y no estoy loca!
Realmente no es más que una trampa más de nuestra mente, un autoengaño cuyas consecuencias son impredecibles y prácticamente siempre y en todo momento destructoras. Esto es, la psique emprende el camino de la perdición y el individuo se convierte en un psicópata corrompido.
