Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos
Por último pusieron a David de pie, durante lo que hizo ciertos gemidos como si estuviese despertando. Lo llevaron a su cuarto y lo acostaron en la cama, donde Debra se quitó los zapatos y lo cubrió con el edredón. De manera rápida rodó sobre su costado y se acomodó en un patrón de respiración regular.