Aunque no sea mi tierra, se siente el ritmo y la sangre caliente
Hacer justo lo opuesto. No decírselo. Ni a esa persona ni a nadie. Y además, que no se te note. Nada. Y, si alguien alaba alguno de sus rasgos o bien virtudes, negarlo. De esta forma te cerciorarás de que nunca se llegue a enterar.
