¿Querer? sí, pero no demasiado
No se movía nada. Mas nada de nada. Creí que, seguramente, estaba desorientado o nervioso o bien yo qué sé me contaba Laura (¿conoces a alguien que no se mueve en la cama por acojonarse a sus 30 años? Yo tampoco). Se quedó quieto todo el rato y en tres minutos… c’est fini.
